"Un filósofo deberá tener un candelabro para leer y otro candelabro para ver el cuerpo de una mujer desnuda. Si utiliza el mismo candelabro para las dos actividades, el filósofo se arriesga a confundirlo todo, leyendo a la mujer, del principio al fin, y durmiendo con el libro, de modo simultáneamente perverso y apasionado" (Gonçalo Tavares, 'Biblioteca', fragmento).
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