"Frases deshilachadas; entrevistas sin entrevistador; una conversación apenas audible; poemas pésimos, pútridos, pérfidos pero personalmente propios. Tío y sobrino ahogándose juntos". Idea y Conducción: Diego Skliar & Carlos Skliar. Todos los martes 21 a 22 horas. FM La Tribu - 88.7 - www.fmlatribu.com (radio on line)
Buenos Aires - Argentina.
"Pero no tengan miedo Pronto uno se acostumbra y hasta se siente cierta ebriedad Y se pasa el tiempo Mostrando sus dientes de leche a las perlas del juicio Que preparan el Juicio Final"
“Me paso el tiempo fustigando a los tarados, a los débiles y a las lacras sin remedio. Y pago las consecuencias. Vivo incomunicado, en guardia permanente, en un estado de irritación que no cesa y acusado de racismo, misoginia, clasismo y pedantería, penado por la ley del hielo… Soy intolerante. Asqueado, miro a la gente desde mi atalaya. Y todo aquello…no es ser esnob: es ser desdichado. Yo elegí ser eso y lo sufro, pero no lo deploro… En todo caso, te puedo aconsejar una cosa…si puedes evitar ser como yo, un amargado, evítalo” (Eduardo Parra Ramirez, 'La ira del filósofo', fragmento).
"La fórmula florece y prolifera. En cada circunstancia se produce el estupor en el entorno de Bartleby, como si se hubiera escuchado lo Indecible o lo Imparable. Y el silencio de Bartleby, como si lo hubiera dicho ya todo y agotado de golpe también el lenguaje. Con cada circunstancia se tiene la impresión de que el disparate va a más: no «particularmente» el de Bartleby, sino a su alrededor, y en especial el del abogado, que se lanza a hacer insólitas proposiciones e incurre en comportamientos más insólitos aún. No hay duda, la fórmula es devastadora, hace estragos, y no permite que nada subsista a su paso" (Gilles Deleuze, fragmento).
"Escribir / para curar en la carne abierta / en el dolor de todos / en esa muerte que mana en mí y es la de todos / escribir / para ahuyentar la angustia que describe sus círculos de cóndor / sobre la presa / aunque en el alma no / en el alma la estimación del tiempo que concluye / y es arriba algo más que un silencio / con ojos semiabiertos (...) Escribo, para que el agua envenenada pueda beberse" (Chantal Maillard, 'Escribir', fragmento).
"Un día, a la hora de almuerzo, empezó a llorar. No le explicó la razón a nadie. Ni ella sabía por qué lloraba. Y de ahí en adelante vivía llorando. A pesar de comer poco, engordaba. Y tenía ojeras moradas. Su voz, cuando cantaba en la iglesia, era de contralto. Hasta que le dijo al padre en el confesionario: -¡No aguanto más, juro que ya no aguanto más! Él le dijo meditativo: -Es mejor no casarse. Pero es mejor casarse que arder" (Clarice Lispector, 'Mejor que arder', fragmento).
"Diferentes, los cuerpos son todos algo deformes. Un cuerpo perfectamente formado es un cuerpo molesto, indiscreto en el mundo de los cuerpos, inaceptable. Es un diseño, no un cuerpo" (Jean Luc Nancy, '58 indicios sobre el cuerpo', fragmento).
"Efectivamente, no creo que nadie haya considerado el mundo abrigando las sospechas que yo, no sólo como abogado del diablo, sino también, empleando el lenguaje teológico, como enemigo y partidario de Dios; y el que sepa adivinar algo de las consecuencias que entraña toda sospecha profunda, algo de la sensación de fiebre y de miedo y de las angustias de soledad a que se condenan todos los que están por encima de la diferencia de miras, comprenderá también cuánto tengo que hacer para descansar de mi mismo, casi para olvidarme de mi propio yo, buscando refugio en cualquier sitio, llámese hostilidad o ciencia, frivolidad o tontería; porque cuando no encontré lo que necesitaba, me lo he procurado con artificio o falsificación. ¿Han procedido de otro mundo los poetas?".
"El escritor que hay en mí morirá, naturalmente, enseguida, pues una figura semejante carece de suelo, de consistencia, no es ni siquiera de polvo; sólo es posible en la vida terrenal más absurda, sólo es una construcción de la sensualidad. Éste es el escritor. Yo mismo, sin embargo, no puedo seguir viviendo, puesto que no he vivido. He permanecido siempre barro, no he logrado que la chispa se convirtiese en fuego, sólo la he utilizado para iluminar al cadáver. Será un entierro peculiar: el escritor, algo, por consiguiente, inconsistente, entregará al viejo cadáver, al cadáver de siempre, a la tumba" (Kafka, 'Aforismos de Zurau', fragmento).
"El suicida es el preso que ve cómo levantan una horca en el patio de la prisión, cree erróneamente que está destinada a él, huye de la celda por la noche, baja y se cuelga" (Kafka, 'Fragmentos póstumos').
La llorona' es una mujer alta y estilizada cuyo atuendo es de color blanco, aunque no es posible distinguir sus rasgos faciales. Los relatos populares, la describen también como una mujer sin pies, en efecto, parece desplazarse por el piso sin rozarlo. El mito de 'la llorona' afirma que su eterno penar se debe a que busca a un hijo recién nacido que asesinó arrojándolo al río para ocultar un pecado. Y en esta línea, es parte de su penitencia, castigar a los muchachos que andan de amores prohibidos: se sube a sus caballos y puede llegar a matarlos en un helado abrazo mortal. Se la llama 'la llorona' porque sus gemidos son tan insistentes que hasta enloquece a los perros, mientras deambula por las noches (sobre todo cuando es noche de plenilunio). La mayoría de los relatos, la consideran señal de malos presagios, un indicador de mal agüero: puede acercarse para enfermar a las personas, empeorar a los enfermos o traer desgracias a los seres queridos. En otros relatos, 'la llorona' se presenta como un ser inofensivo que necesita consuelo y ayuda, despertando piedad en la gente que, cuando se acerca a consolarla, les roba todas sus pertenencias.
“Sería más razonable de mi parte no meterme en temas drásticos porque me encuentro en desventaja. Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que apenas sabe hablar. No puedo hacer frases potentes ni ágiles, ni distinguidas, ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud? (...) A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces. Cuando uno carece de medios para realizar un estudio sutil, bien enlazado verbalmente, sobre, por ejemplo, las rutas de la poesía moderna, empieza a meditar acerca de esas cosas de modo más sencillo, casi elemental y, a lo mejor, demasiado elemental (...) No cabe duda de que la tesis de esta nota: que los versos no gustan a casi nadie y que el mundo de la poesía versificada es un mundo ficticio y falsificado, parecerá desesperadamente infantil; y sin embargo, cofieso que los versos no me gustan y hasta me aburren un poco. Lo interesante es que no soy un ignorante absoluto en cuestiones artísticas, ni tampoco me falta sensibilidad poética; y cuando la poesía aparece mezclada con otros elementos, más crudos y prosáicos, por ejemplo en los dramas de Shakespeare o, sencillamente en el crepúsculo cotidiano, tiemblo como cualquier mortal. Lo que dificilmente aguante mi naturaleza es el extracto farmacéutico y depurado de la poesía que se llama “poesía pura” y, sobre todo, cuando aparece versificada. Me cansa el canto monótomo de esos versos, siempre elevado, me adormecen el ritmo y la rima, me extraña dentro del vocabulario poético cierta “pobreza dentro de la nobleza” (rosas, amor, noche, lirios) y a veces sospecho que todo ese modo de expresión y todo el grupo social que a él se dedica padecen de algún defecto básico".